martes, 27 de diciembre de 2016

EL MISTERIO DE NAVIDAD EN NUESTRAS VIDAS

Padre Antonio Larocca smc, 24-12-2016

Presentación

El beato Pablo VI nos decía: "No se puede hablar de la Iglesia si no está presente María" (MC 28). Desde el comienzo hasta hoy en día, la referencia de la presencia de María en los evangelios, la tradición y el magisterio de la Iglesia se mantiene intacta a igual que en el culto y la devoción mariana. El documento de Aparecida asienta hacia este aspecto mistagógico (es decir de la pedagogía de los misterios)  la importancia de María, discípula y misionera, como pedagoga de la fe: Ella nos introduce a la vivencia de los misterios de Cristo y de la Iglesia (DA nn. 266-272). En primer lugar podemos decir que la B.V. María vive una experiencia personal de vida singular: Ella es la madre de Jesús, el Hijo de Dios hecho persona, la mujer preparada por lo cual es la virgen inmaculada y pura, llena de gracia y plasmada por el Espíritu Santo, la  esposa casta de José y miembro eminente del cuerpo místico de Cristo.

María Virgen e Inmaculada, pedagoga del misterio de  Cristo y de la Iglesia.

Su escucha de la Palabra es modelo para los creyentes porque la manera que ella vive su intimidad con el verbo es de forma única y especial: (DA n.270): "Hoy, cuando en nuestro continente latinoamericano y caribeño  se quiere enfatizar el discipulado y la misión, es ella quien brilla  ante nuestros ojos como imagen acabada y fidelísima del seguimiento  de Cristo. Ésta es la hora de la seguidora más radical de  Cristo, de su magisterio discipular y misionero, al que nos envía el  Papa Benedicto XVI: “María Santísima, la Virgen pura y sin mancha es para  nosotros escuela de fe destinada a guiarnos y a fortalecernos  en el camino que lleva al encuentro con el  Creador del cielo y de la tierra. El Papa vino a Aparecida  con viva alegría para decirles en primer lugar: permanezcan  en la escuela de María. Inspírense en sus enseñanzas." 

María desde su gloriosa Asunción en cuerpo y alma sigue su función de madre resucitada en los cielos, educándonos maternalmente en el camino de conversión y entrega así como lo hizo en el cenáculo. Ella sigue intercediendo para que hagamos lo que Él nos diga (Jn 2, 5) para que se transforme el agua en vino y para que el vino se transforme en la sangre de Jesús en la Eucaristía. En la medida que escucha la Palabra como en la anunciación sin dificultad e inmediata, María la recibe, se deja confrontar por lo que le dice al corazón, y al no encontrar titubeos ni dudas que le haga rechazar lo que Dios le revela interiormente, solo vive una claridad de conciencia, la capta en su significado más profundo de manera inteligente espiritual, la acepta y la pone en obra. La Palabra se hace eucaristía en ella al unirse al recuerdo de su Hijo de su pasión, muerte y resurrección, y acontece la Navidad en nuestros corazones de creyentes.

En la Historia de la Salvación

El pecado original de Eva consistió en desoír la palabra y desobedecer (ob-audire-obediencia). María al ser concebida sin pecado y redimida por Cristo desde su propia concepción  puede dejar fluir la palabra, la memoriza, se deja tocar por ella, conversa con ella, dialoga con Dios al hablar en lo íntimo de su conciencia y este movimiento de su corazón le permite comprender que su voluntad y deseo coinciden con el Plan de Dios. Su entrega es voluntaria decidida y pronta, su respuesta es un acto de comunión con Dios, consigo misma, aceptando que su hijo sea destinado para reinar y para la salvación del mundo (Lc 1, 31-33). 
La Encarnación del Verbo es el encuentro del misterio del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la persona de María, que de esta forma lo anticipa y lo realiza por toda la Iglesia. Al realizarse este misterio en el corazón de María, ella queda sellada de tal manera por la gracia, que con prontitud, según Lucas, sale al encuentro de Isabel, llevando la presencia de Cristo en su seno y llena del Espíritu Santo. Dice el papa Benedicto que ella realiza la primera procesión eucarística (En los jardines vaticanos, 31-V-2005) y promueve así el acción del espíritu discípula y misionera, transformada en pedagoga, educadora de la Eucaristía encarnada y de la comunión en la Iglesia. He aquí el sentido mariano presente en la celebración de la Santa Eucaristía: la relación profunda entre María, la Palabra encarnada y la acción del Espíritu Santo en Ella como tipo y modelo de la Iglesia. La liturgia de Navidad celebra este misterio de nuestra fe que marca el alma de la Iglesia.

Fe y razón  

La ciencia y la fe coinciden en la comprensión profunda de la verdad del misterio de la unión maternal filial que celebramos en la Encarnación y en la Navidad de nuestro Señor Jesucristo. Un hallazgo científico recién en estos últimos años, nos ayuda a comprender: “Se encuentran células del bebé en el cuerpo de sus madres (y éstas ayudan a reparar sus órganos). Se habla en medicina del microquimerismo fetal, que es el nombre que recibe el fenómeno por el que algunas células del bebé pasan al cuerpo de la madre y algunas células de la madre pasan al feto y pueden persistir por anos no solo en el embarazo y en la etapa de amamantamiento. Lo que se sabía por entonces es que las células del bebé eran células madre pluripotentes que podían ayudar a regenerar algunos tejidos y órganos de la madre, aunque también podían afectar negativamente en algunos casos. Ahora sabemos, además, que podrían ayudar a detener las células cancerosas y que pueden llegar incluso al cerebro materno, pudiendo quizás prevenir la aparición del Alzheimer y otras enfermedades cerebrales.” (La relación materno-fetal en:http://www.bebesymas.com/salud-de-la-madre/un-hallazgo-sorprendente-encuentran-celulas-del-bebe-en-el-cuerpo-de-sus-madres-y-estas-ayudan-a-reparar-sus-organos)

De esta manera la concepción y el nacimiento del Hijo de Dios no menoscaban la virginidad de María ni el orden natural de la creación, pero tampoco ocultan, más bien revelan el orden de la maternidad según la gracia divina, según el designio de Dios para la salvación del hombre.

La liturgia de la Palabra y la Encarnación

María en el evangelio de Lucas celebra con alegría la grandeza del Señor en su vida y en la vida de la comunidad creyente y nos indica cómo hacerlo: (τη χαρά και τη χάρη: ti chará kai ti chár: gracia y alegría: es una misma expresión de carácter mesiánico). Además de utilizarlo en la Anunciación y en el Magnificat,"San Lucas manifiesta la "alegría" a través del evangelio como gozo por las obras de Cristo (Lc 13, 17; 19, 6) y como sentimiento del pueblo (Lc 18, 43; 19, 37). La acentuación de esta alegría sucede cuando los apóstoles después de la Ascensión, vuelven a Jerusalén con "gran alegría" (Lc 24, 52)"(Antonio Llamas, voz Gozo-Alegría en DJN). En San Pablo adquiere una connotación que relaciona con el Espíritu Santo y el sentido escatológico: “San Pablo usa el sustantivo unido a su trabajo apostólico, como fruto del Espíritu (Flp 1, 25; Gál 5, 22) y así acentúa el carácter escatológico (Rm 12, 12; 15, 13). Pero sobre todo el apóstol San Pablo en la carta a los Filipenses esta alegría se anuncia de principio a fin y crece mediante el anuncio de Cristo. El juego entre el presente y el futuro lleva la atención sobre el futuro juicio y el rendir cuentas." (Ibíd.). Es una expresión celebrativa puesta en los labios y en el corazón de María que expresa al mismo tiempo que Ella es participe del misterio pascual y es modelo para toda la Iglesia en el ejercicio del culto: (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1346):  "La liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística constituyen juntas "un solo acto de culto" (SC56); en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor (cf. DV 21)".

La liturgia de la Palabra recoge esta actitud mariana y eclesial (performativa, es decir enunciado que implica la realización simultánea por el hablante de la acción evocada) frente al acontecimiento de la Palabra en la Encarnación y en la Eucaristía: primero anunciada, recibida y después proclamada y celebrada (Beato Pablo VI, Marialis Cultus n. 16-23) donde ambos aspectos se unifican, como en la actitud espiritual de María frente al misterio, las dos partes de la celebración eucarística, expresadas en las actitudes espirituales de virgen oyente y oferente. Así es la Iglesia que oye y ofrece el misterio del Verbo encarnado que se hace niño entre nosotros.

Navidad tiempo de esperanza que se hace amor

La fe cristiana no es solo comunicación de cosas sino una comunicación que cambia la vida. Usando términos de la filosofía del lenguaje, el Papa Benedicto XVI afirma en el documento Spe Salvi que el mensaje cristiano no es solo“informativo” sino “performativo”: transforma el sujeto y crea una acción reciproca transformante en los demás: "Antes de abordar la cuestión sobre si el encuentro con el Dios que nos ha mostrado su rostro en Cristo, y que ha abierto su Corazón, es para nosotros no sólo « informativo », sino también « performativo », es decir, si puede transformar nuestra vida hasta hacernos sentir redimidos por la esperanza que dicho encuentro expresa, volvamos de nuevo a la Iglesia primitiva."  (Benedicto XVI, Spe Salvi, 30 de noviembre de 2007, n. 4), o ver también  desde el aporte de la filosofía del lenguaje la publicación de Hugo Aguilar, La performatividad o técnica de la construcción de la subjetividad, Universidad Nacional de Río Cuarto (hugda@yahoo.com)

El catecismo explica que es la liturgia de la Palabra, definición que perfectamente calza en la disposición interior de María frente a la Palabra (CEC n. 1349) así en como de toda la Iglesia: "La liturgia de la Palabra comprende "los escritos de los profetas", es decir, el Antiguo Testamento, y "las memorias de los Apóstoles", es decir sus cartas y los Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger esta palabra como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf 1 Ts 2,13), y a ponerla en práctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres, según la palabra del apóstol: "Ante todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2,1-2)."

Conclusión

La acción performativa del Espíritu Santo de la misma manera que en María, impulsa e inspira en la Iglesia la Revelación de Cristo hecho Niño entre nosotros, la trasmite (CEC nn. 76, 81, 105), la interpreta en las sagradas escrituras  CEC  nn. 109-19; 137), y suscita la oración de la Iglesia. La palabra misma se transforma en fuente de vida espiritual para el creyente (CEC nn. 131, 2687, 2697), es decir se realiza en el corazón de la Iglesia la vida en el Espíritu.

Y en esto María es la obra maestra del Espíritu Santo en su misión (CEC nn. 721-726), dado que la preparó, en ella realiza el designio del Padre, en Ella manifiesta el Hijo, la pone en comunión con Cristo y con los hombres y al final de toda su misión ella se convierte en la nueva Eva madre del Cristo total (Jn 19, 25-27). Esta maternidad espiritual de María, según el espíritu, es totalmente encarnativa y pascual, por su característica eucarística y comunional: es la inspiración central de la liturgia de la Iglesia en el tiempo de Adviento y Navidad por lo cual siempre la fe en el Mesías se transforma en la esperanza de su llegada y la esperanza genera el amor al fin hallado. ¡Es Navidad, Alegría y Paz para todos en el mundo!