Articulo original de http://www.aleteia.org/es
Jorge Trasloheros
En días pasados han dado la vuelta al orbe unos videos que dejaron mal
parada a la Planned Parenthood. Como bien sabemos, se trata de la
principal organización promotora y proveedora del aborto en el mundo,
con sede en Estados Unidos. Bien podríamos decir que ha ocurrido una
crisis en el seno de la internacional abortista.
En estos
videos se muestra a una médico del más alto rango en la organización,
explicando cómo se destroza a un pequeño en el seno materno para dejar
intactos sus órganos, con el fin de venderlos o repartirlos entre
quienes lo soliciten. Afirma haber realizado ocho veces el procedimiento
el día anterior, presumiendo de su vasta experiencia mientras bromea,
sonríe, bebe vino y come grandes bocados de ensalada la cual, con
seguridad, estaría bien desinfectada.
La funcionaria explica:
“Somos muy buenos consiguiendo corazones, pulmones e hígados, porque
sabemos cómo hacerlo sin perforar esa parte, sino rompiendo arriba,
rompiendo abajo y comprobando que todo sale intacto”. ¡Todo, menos el
ser humano que acaba de descuartizar! Habla con la misma trivialidad con
que un mecánico al explicaría como se desmantela un motor, mientras se
toma unas cuantas cervezas con sus cuates.
Los voceros de la
organización han tratado de justificarse aduciendo la legalidad del
tráfico de órganos obtenidos de fetos, así como su uso para la
investigación científica. Pero jamás, ni por error, han mencionado que
se trata de seres humanos. En este caso, personas cuyo desarrollo en el
seno materno es mayor a los siete meses, de preferencia aplicando las
técnicas cuando han llegado a término. Un procedimiento llamado “aborto
por nacimiento parcial”, equiparado al infanticidio incluso por la muy
liberal Suprema Corte de Estados Unidos.
Lo que han tratado de
hacer los altos mandos de Planned Parenthood, junto con sus medios
afines, es un viejo truco propagandístico. Han buscado desviar la
atención del tema central. Pero olvidan que el debate no trata de la
legalidad del tráfico de pedazos de seres humanos descuartizados, como
tampoco sobre la licitud del uso de tejidos humanos para la
investigación, los cuales siempre se pueden obtener por medios éticos
fuera de cualquier sospecha. El debate versa sobre el real
significado del aborto como es el desprecio profundo al ser humano, un
acto que desvela en toda su crudeza la verdad sobre la cultura del
descarte.
Los horrores del aborto son bien conocidos, están a la vista de todos y nadie puede llamarse a ignorancia. Sólo
una campaña permanente de propaganda llena de consignas, mentiras,
eufemismos y chantajes sentimentales ha mantenido el abortismo a flote.
La vorágine propagandista, que dejaría pálido a Goebbels, ha logrado
muchas cosas, entre ellas, persuadir a cierto número de personas sobre
su pertinencia. Lo que nunca ha logrado, ni logrará, es decir la verdad.
El aborto priva de la vida a un ser humano y le desgracia la existencia
a una mujer; es la brutal expresión de esta cultura que reduce a la
persona a objeto de uso y abuso.
La misma médico, más delante en
la entrevista, afirma: “Al final del día todo se encuentra ahí; todo se
arrojará a la basura de cualquier manera; son solo desechos, solo y
totalmente desperdicios”. Así se expresa de los restos mortales de un
ser humano de nueve meses de gestación, que ella misma recién ha
descuartizado en el seno de la madre. Otro sorbo de vino y un bocado más
de ensalada, sin faltar la sonrisa.
Seamos claros. Cuando se
festejan los cientos de miles de abortos practicados en la Ciudad de
México, o millones en Estados Unidos y otras partes del mundo, en
realidad se festina igual número de crímenes cometidos contra personas
inocentes y la desgracia de otro tanto de mujeres. Tan sólo hacen la
fiesta en la tumba del muerto en presencia de sus más allegados deudos.
El Papa Francisco tiene razón cuando, en reiteradas ocasiones, ha
condenado el “crimen abominable del aborto”. En su última encíclica, al
proponernos una relación de caridad entre los seres humanos, la
naturaleza y Dios fundada en la razón, que el ha llamado “ecología
integral”, denuncia la grave contradicción en que incurren quienes
defienden la naturaleza y promueven el aborto al mismo tiempo, ya sea de
palabra, obra u omisión. Antinomia que descubre la fragmentación de
nuestra conciencia, esto es, la incapacidad de mirar las cosas de manera
integral como causa eficiente de la cultura del desprecio a la vida y
dignidad del ser humano.
El aborto, como el
tráfico de personas, la destrucción de la naturaleza, la persecución
religiosa, el maltrato de migrantes o cualquier práctica que desprecie a
las personas, son hechos que expresan la maldad de la cultura del
descarte. La Iglesia Católica se ha convertido en la voz más
potente, sustentada en la razón, en defensa y promoción de la dignidad
de cada ser humano, desde el principio hasta el fin natural, pasando por
todas las etapas de la existencia humana y sus circunstancias. La
Iglesia tiene una mirada integral que sólo la misericordia hacer
posible.
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