martes, 27 de agosto de 2013

La misión de ser testigo: El ideal de familia



Por: Padre Nicolás Schwizer 
 
(Él Padre Nicolás es suizo y pertenece al movimieto de Schoenstatt  y trabajó durante muchos años en el Movimiento de Schoenstatt en Paraguay)

Se trata de dar testimonio de Cristo en nuestra vida matrimonial y familiar. Es transmitiendo el amor que experimentamos en nuestros hogares. Es una experiencia que no podemos y no debemos silenciar. Y creo que muchos de nosotros sentimos esa necesidad: Experimentamos algo tan hermoso en nuestras familias que tenemos que proclamarlo como una Buena Noticia. Debemos proclamar el Evangelio de la familia, la buena noticia del matrimonio cristiano y la profunda alegría de la comunión conyugal y familiar.

Esa experiencia que estamos teniendo en nuestros hogares nos debe dar la fuerza para no sólo hablar, sino también para tratar de que el mundo sea más una familia: que otras familias sean felices .... que haya leyes que respeten los derechos de la familia . Pero estas grandes tareas se pueden realizar sólo si provienen de un ideal de vida, a partir de una experiencia profunda. Y esa experiencia la debemos tener con Cristo en la Eucaristía y como experiencia de amor humano—en nuestra propia casa.

Nosotros, las parejas casadas, debemos transmitir el ideal de la familia al mundo. Tenemos que sentir que la conciencia de misión, ya que el fuego que arde en nuestros hogares, si lo transmitimos bien, es un fuego que puede transformar al mundo. Nuestras familias son la base para la renovación: renovación de la Iglesia, la sociedad y el mundo.

El hombre poseído por su misión.
Creo que es imposible llevar a cabo el objetivo de ayudar a transformar el mundo sin una fuerte conciencia de misión. Es una tarea muy grande. Las circunstancias actuales son muy difíciles. Nosotros, los instrumentos humanos, somos extremadamente frágiles. A menudo, la conciencia de misión no es suficiente. Tenemos que estar poseídos (cautivados, plenamente conscientes) de la misión, porque el que no está "poseído" por Dios, por su misión, será incapaz de superar las dificultades que tiene que afrontar en una sociedad pluralista.
El que no cree que tiene una misión divina, va a sucumbir, no se arriesgará a darse por Dios. Creo que todos todavía carecemos de ese impulso irresistible de llevar nuestra misión a buen puerto.

Faltan mas hombres que saben que son elegidos y enviados por Dios, y que por lo tanto viven y vibran para su misión. Es necesario estar consciente de la misión con el fin de intervenir en la historia de nuestra Iglesia y de nuestro país, al igual que los grandes profetas y santos. ¿Estamos poseídos por nuestra misión?

Dios nos llama a transformar el mundo. Si queremos que El este  presente, no podemos quedarnos tranquilos en nuestra casa, viviendo allí nuestro cielo. Tenemos que trabajar para que nuestra tierra pueda convertirse en una colonia del cielo. Esto significa promover una nueva cultura cristiana, la civilización del amor, un nuevo orden social.

El heroísmo es necesario.
Es el heroísmo cotidiano, el heroísmo con las cosas cotidianas y ordinarias: hacer todo con el mayor amor, la entrega y la generosidad. Es el heroísmo de la vida matrimonial y familiar: pero no una entrega pobre —de mala gana o quejándose,  sino una rendición magnánima, fiel y sin excusas, de un constante crecimiento en el amor. La pregunta es si realmente queremos escapar de la tibieza, la mediocridad e ir heroicamente al camino hacia la santidad. Es sólo nuestra propia decisión personal y familiar, si queremos jugar con la vida o si queremos arriesgar la vida.

Lo contrario de todo esto son los espectadores para los que la situación del mundo, la sociedad y la Iglesia, sólo se ve como un comentario, como una situación externa, y no como un "campo de batalla" donde tenemos que dar forma a nuestra visión completa ..... espíritus en espera en la apatía y la indiferencia—que no están dispuestos y que no tienen la fuerza para dar saltos mortales.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Qué debo hacer para que el mundo pueda ser mas como una familia?
2. ¿Soy consciente de que Dios confió una misión para mí?
3. ¿Estoy agradecido por lo que Dios me ha dado o soy una persona que se queja?

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